1 de mayo de 2017

Mira, Zaide, que te aviso


Mira, Zaide, que te aviso

que no pases por mi calle,

ni hables con mis mujeres,

ni con mis cautivos trates,

ni preguntes en qué entiendo

ni quien viene a visitarme,

qué fiestas me dan contento

o qué colores me placen;

basta que son por tu causa

los que en el rostro me salen,

corrida de haber mirado

moro que tan poco sabe.

Confieso que eres valiente,

que hiendes, rajas y partes,

y que has muerto más cristianos

que tienes gotas de sangre,

que eres gallardo jinete,

que danzas, cantas y tañes,

gentilhombre bien criado

cuanto puede imaginarse;

blanco, rubio por extremo,

señalado por linaje,

y pierdo mucho en perderte

y gano mucho en amarte,

y que si nacieras mudo

fuera posible adorarte;

y por este inconveniente,

determino de dejarte,

que eres pródigo de lengua

y amargan tus libertades,

y habrá menester ponerte

quien quisiera sustentarte,

un alcázar en el pecho

y en los labios un alcalde.

(...)

No guardas tú tu secreto

¿y quieres que otro lo guarde?

No quiero admitir disculpa;

otra vez vuelvo a avisarte

que esta será la postrera

que me hables y te hable.


Lope de Vega 

(1562-1635)