3 de noviembre de 2010

Fernando Arrabal


Fernando Arrabal es un escritor y cineasta nacido en Melilla (España) el 11 de agosto de 1932. Reside en Francia desde 1955.

Ha dirigido siete largometrajes. Ha publicado trece novelas, ocho centenares de libros de poesía, varios textos para teatro y varios ensayos entre los que destacan sus libros sobre ajedrez. Sus novelas han sido traducidas a numerosos idiomas. Figuró, a la muerte de Franco, en el grupo de los cinco españoles más peligrosos con Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri La Pasionaria, Enrique Líster y Valentín González El Campesino. Con Alejandro Jodorowsky y Roland Topor fundó en 1963 el Grupo Pánico.

Web oficial de Fernando Arrabal:

www.arrabal.org


Fernando Arrabal es el autor de un teatro genial, brutal, sorprendente y gozosamente provocador. Un potlatch dramatúrgico donde la chatarra de nuestras sociedades «avanzadas» se carboniza en la pista festiva de una revolución permanente. Hereda la lucidez de un Kafka y el humor de un Jarry; por su violencia se emparenta con Sade o con Artaud. Pero es probablemente el único en haber llevado tan lejos la irrisión. Gozosamente lúdica, rebelde y bohemia, su obra es el síndrome de nuestra época de alambradas: una forma de mantenerse alerta.

Dictionnaire des littératures (Éditions Bordas)


"A golpes de obras escandalosas, de escritos sulfúricos, de películas blasfemas, así es como, desde hace treinta años, Arrabal trata de asesinar a su pasado. Como un caballo loco, pintor, escritor, cineasta y jugador de ajedrez, un pequeño español barbudo y rechoncho se da el lujo de afirmar un día en plena gloria: “Un artista es un tipo que fracasa”. Fernando Arrabal, creador furioso, gran sacerdote del anticonformismo poético, adora estas pequeñas provocaciones que hacen chirriar los dientes a los pintores de brocha gorda y a los escribidores. Arrabal tiene siempre una revancha pendiente. Contra la moral, contra el orden establecido, contra las leyes de la medida”.

“Más de treinta años y de cuarenta obras han pasado desde los primeros alborotos, pero Arrabal no ha perdido un ápice de su ardor. Ha simplemente extendido sus ambiciones a toda la tierra. Se le ve en todas parte. En París, en Madrid, por supuestos, pero también en Londres, Nueva York, Tokio. Con siempre el mismo frenesí por la escritura, el cine, la pintura y las filípicas. Genial en todas sus facetas para uno, enormemente mixtificador para otros, Arrabal empaña su imagen con malicia. Para vengarse de su pasado mofándose del presente, al loco le gusta jugar con el foco”.

Marianne Boilève
Comme un cheval fou
25 de agosto 1993




EL CEMENTERIO DE AUTOMÓVILES

EMANU. Quiero ser bueno, Dila.
DILA. Yo también quiero ser buena, Emanu.
EMANU. Tú ya lo eres, todo el mundo puede acostarse contigo.
DILA. Pero querría ser mejor aún.
EMANU. Yo también.
DILA. Pero, ¿para qué nos va a servir el ser buenos?
EMANU. Es que siendo buenos… (Recitando como una lección aprendida) “Se siente una gran alegría que proviene de la tranquilidad en que se haya el espíritu al sentirse a la imagen ideal del hombre”.
DILA. Tú sí que eres listo: lo sabes todo.
EMANU. Tanto como todo, todo, no, pero casi todo. Por lo menos las cosas más importantes y además siempre de carrerilla.
DILA. Yo lo que creo es que hay algo dentro de ti… algo formidable. (Pausa) Bien, sólo para ver las cosas que sabes.
EMANU. Pues… eso de que para qué sirve ser bueno… sé tocar la trompeta… sé todos los meses del año, sin dejarme ni uno.
DILA. ¿No?
EMANU. Sí, sé también cuánto vale cada billete y también los días de la semana, todo de carrerilla.
DILA. ¡Qué tío eres! ¿Y también sabes demostrar las cosas como las personas importantes? Demuestra lo que quieras, lo más difícil que veas.
EMANU. Sí. Para eso tengo un método especial. Dime que te demuestre algo muy difícil.
DILA. Demuéstrame que las jirafas se montan en ascensores.
EMANU. Nada más sencillo: las jirafas se montan en ascensores porque se montan en ascensores.
DILA. (Entusiasmada). ¡Qué bien lo has demostrado!
EMANU. Todo lo demuestro igual de bien.
DILA. Y si te pido que me demuestres lo contrario: que las jirafas no se montan en los ascensores.
EMANU. Eso sería más fácil aún: no tendría que hacer nada más que la misma demostración sino que al revés.
DILA. Muy bien. Lo sabes todo.
(…)

Fernando Arrabal: El cementerio de automóviles.

(Fernando Arrabal: Teatro completo. Espasa Calpe, 1997)