CELESTINA. ¡Elicia, Elicia, levántate de esa cama! Daca mi manto presto, que por los santos de Dios, para aquella justicia me vaya, bramando como una loca! ¿Qué es esto? ¿Qué quieren decir tales amenazas en mi casa? ¿Con una oveja mansa tenés vosotros manos y braveza?, ¿con una gallina atada?, ¿con una vieja de sesenta años? ¡Allá, allá, con los hombres como vosotros, contra los que ciñen espada mostrad vuestras iras, no contra mi flaca rueca! Señal es de gran cobardía acometer a los menores y a los que poco pueden. Las sucias moscas nunca pican sino los bueyes magros y flacos, los gozques ladradores a los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu. Si aquella que allí está en aquella cama me hobiese a mí creído, jamás quedaría esta casa de noche sin varón, ni dormiriemos a lumbre de pajas. Pero por aguardarte y por serte fiel padecemos esta soledad. Y como no veis mujeres, habláis y pedís demasías. Lo cual, si hombre sintiésedes en la posada, no arriadse, que, como dicen, “el duro adversario entibia las iras y sañas”.
SEMPRONIO. ¡Oh, vieja avarienta, garganta muerta de sed por dinero! ¿No serás contenta con la tercia parte de lo ganado?
CELESTINA. ¿Qué tercia parte? ¡Vete con Dios de mi casa tú y esotro no dé voces, no allegue la vecindad! No me hagáis salir de seso, no queráis que salgan a la plaza las cosas de Calisto y vuestras.
SEMPRONIO. Da voces o gritos, que tú complirás lo que prometiste o complirás hoy tus días.
ELICIA. Mete, por Dios, el espada! ¡Tenle, Pármeno, tenle! ¡No la mate ese desvariado!
CELESTINA. ¡Justicia, justicia! ¡Señores vecinos! ¡Justicia, que me matan en mi casa estos rufianes!
SEMPRONIO. ¿Rufianes o qué? Esperad, doña hechicera, que yo te haré ir al infierno con cartas.
CELESTINA. ¡Ay, que me ha muerto! ¡Ay, ay, confesión, confesión!
PÁRMENO. ¡Dale, dale, acábala, pues comenzaste, que nos sentirán! ¡Muera, muera! ¡De los enemigos, los menos!
CELESTINA. ¡Confesión!
Fernando de Rojas: La Celestina.
CELESTINA. ¿Qué tercia parte? ¡Vete con Dios de mi casa tú y esotro no dé voces, no allegue la vecindad! No me hagáis salir de seso, no queráis que salgan a la plaza las cosas de Calisto y vuestras.
SEMPRONIO. Da voces o gritos, que tú complirás lo que prometiste o complirás hoy tus días.
ELICIA. Mete, por Dios, el espada! ¡Tenle, Pármeno, tenle! ¡No la mate ese desvariado!
CELESTINA. ¡Justicia, justicia! ¡Señores vecinos! ¡Justicia, que me matan en mi casa estos rufianes!
SEMPRONIO. ¿Rufianes o qué? Esperad, doña hechicera, que yo te haré ir al infierno con cartas.
CELESTINA. ¡Ay, que me ha muerto! ¡Ay, ay, confesión, confesión!
PÁRMENO. ¡Dale, dale, acábala, pues comenzaste, que nos sentirán! ¡Muera, muera! ¡De los enemigos, los menos!
CELESTINA. ¡Confesión!
Fernando de Rojas: La Celestina.
La Celestina. Película dirigida por Gerardo Vera en 1996.
Adaptación de Rafael Azcona.