Mientras el avión llegaba, Casandra no hacía más que llorar. Sentado en el aeropuerto, justo enfrente de Casandra, estaba el mismo chico con el que conversó en el cumpleaños de Mariana, pero ninguno de los dos se dio cuenta hasta que anunciaron el embarque en el avión. Mientras los pasajeros esperaban, Casandra y aquel chico volvieron a tropezarse. Entonces, él la miró fijamente y le dijo:
- ¿Otra vez tú? Hola, vaya coincidencia. ¿Y por qué lloras?
- Lloro por la peor noticia que he recibido en mi vida: mi padre está ingresado en el hospital. Me enteré ayer, justo al salir del colegio, y ahora estoy aquí. Y tú, ¿qué haces aquí?
- Qué pena, de verdad que lo siento mucho. Qué casualidades tiene la vida. A mí me está pasando casi lo mismo que a ti, lo que ocurre es que el que está ingresado en el hospital es mi hermano. Mi padre falleció cuando yo era niño-, respondió el chico. - Mi hermano está ingresado para hacerle pruebas de sangre. Necesita un trasplante de médula ósea, pero los médicos dicen que es muy difícil encontrar un donante compatible.
Casandra pensaba en lo triste de toda aquella historia
- Nunca me lo hubiera imaginado cuando te vi en el cumpleaños; parecías tan feliz... Es verdad el dicho de "las apariencias engañan"-, comentó Casandra.
- ¡Oh, qué vergüenza! Después de la fiesta y del encuentro de hoy, todavía no me he presentado. Me llamo Daniel.
Casandra y Daniel fueron juntos al hospital y allí se despidieron. Casandra no tuvo suerte: ya era demasiado tarde y su padre había fallecido. Casandra y Griselda, su madre, tuvieron que regresar al pueblo. Por el camino, Casandra se sentía culpable por no haber llegado a tiempo, estaba muy triste.
Al llegar a casa, la madre le dio un gran abrazo y se tumbó en el sofá en el que solía sentarse su padre. Casandra sentía una gran tristeza en su corazón, pero reconocía que la vida era así, y lo aceptaba.
Al día siguiente, Casandra y su madre pasaron toda la mañana haciendo maletas y preparando la mudanza a otro barrio que quedaba bastante lejos de la casita donde vivían. Cuando tenían empaquetadas todas las cosas, Casandra le preguntó a su madre:
- ¿Por qué has pensado en mudarte nada más morir papá?
- Porque para mí, esta casa sin tu padre no tiene ningún significado, y contiene muchos recuerdos que me dañan el corazón.