Me pesa en brazos
la carne morena
de tu cuerpecito.
¡Duérmete, mi amor!
Por el río adelante
va la luna llena
y azota con junco
lobos de carbón.
¡Que no! ¡Que aquí no!
Ya vuelan los pájaros
negros de tus ojos
a mi corazón.
La fragua distante
levanta en el viento
su constelación.
Yunques y martillos
harán con tus sueños
ánforas de sol.
La rueda del carro,
con polvo de luna,
cesa en su canción.
El caballo esconde
su trote mejor.
¡No llores, mi niño!
¡Duérmete, mi amor!
Julio Alfredo Egea