Era una vez un niño de seis años que vio una película sobre el cuento de Juan y las judías mágicas. En ese cuento, Juan cambió dinero por unas judías mágicas que le permitieron ir al país de los gigantes.
En esta ocasión, el niño, que se llamaba Naufel, creyó que aquel cuento era verdad, y como era listo, sabía dónde estaba la caja fuerte de su madre, pero le faltaba saber la contraseña. Un sábado en el que la madre iba a salir de compras, Naufel fue despacio al cuarto de los juegos y claro, la madre tan tranquila escribió el código de la caja fuerte. Era "naufel" la contraseña.
Cuando Naufel supo la contraseña, rápidamente cogió sesenta euros de la caja, se fue a la ciudad, se acercó a la plaza y vio un vendedor de judías. Tan contento y seguro estaba que las compró todas. Pero al salir de la plaza se perdió. Estaba tan asustado que no podía contener la respiración. Se relajó al ver a una vecina suya del campo que le conocía. Fue corriendo hacia ella, y al verle llegar preguntó:
- Naufel, ¿tú qué haces aquí solo y con tantas judías?
- Es que un niño que vi en la tele compró unas judías mágicas y llegó al país de los gigantes.
- Pero Naufel, todo lo de la tele es mentira. Yo también he visto esa película, - dijo la mujer mirándole con cara rara.
- Entonces mi madre me pegará, y mucho, - respondió Naufel.
- Te pegará para que no hagas eso más, y espero que aprendas que todo lo de la tele es mentira. Si lo que sale en la tele fuera verdad, la vida no sería tan difícil.
Dicho esto, la mujer lo llevó a su casa y cuando volvió la madre y vio todas las judías se asustó y llamó a su padre, que también se asustó. La vecina lo contó todo; los padres estaban muy enfadados.
Naufel cobró el palo de su vida, y en su casa tuvieron judías para diez largos años.
Riduan Ahmed (1º H)