Junto a la orilla de un río caminaba un asno al que su amo había cargado con dos grandes sacos de sal. De pronto, pisó mal, resbaló y cayó al agua. El agua penetró en los sacos y disolvió la sal. El asno, aliviado de su carga, salió rápidamente del río muy contento de sentirse tan ligero y liviano.
Poco tiempo después, el mismo asno llevaba sobre su lomo una carga de esponjas. Caminaba tranquilamente cuando de pronto vio interrumpido su camino por otra corriente de agua. Entonces el asno se dijo convencido de que su razonamiento era muy inteligente:
—Esta carga pesa bastante. Si me meto en el río, ocurrirá lo mismo que la vez pasada y yo saldré mucho más liviano que cuando entré.
Se hundió a propósito en el agua, pero en esta ocasión las esponjas absorbieron el líquido y la carga fue tan pesada que por más esfuerzos que hizo, no pudo salir a flote y murió ahogado.
Moraleja: Haciendo trampas para evitar nuestra obligación, sólo conseguiremos perjudicarnos a nosotros mismos.
ESOPO
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