19 de diciembre de 2010

La muerte y sus disfraces

Un viejo en camiseta, sudoroso y solitario,
espera, como todos los atardeceres,
que la noche o la muerte lleguen,
mientras se abanica incansable frente al televisor.
En su tejado –el viejo lo ignora- una paloma,
aplastada por el calor, la enfermedad o la vejez,
resbala y tropieza, intentando inútilmente levantar el vuelo,
hasta derrumbarse, montón de plumas polvorientas,
entre las rojas tejas de latón.
Enfrente, bebiendo en la terraza, contemplo el espectáculo
de su común miseria, de su desolación,
pero ¿qué vio la paloma antes de caer?
y sobre todo, ¿qué es lo que ve el viejo
cuando a veces mira, disimuladamente, mi terraza?

Juan Luis Panero