1 de marzo de 2018

El cuarto «Cántico» de Jorge Guillén

La publicación del cuarto Cántico de Jorge Guillén es uno de los más importantes sucesos de la poesía española contemporánea. Al cabo de cuatro ediciones llega a completarse esta admirable obra que de sesenta y cinco poemas, en 1928, ha pasado a trescientos treinta y cuatro en 1950. La edición actual se anuncia como la primera completa; el poeta considera conclusa la tarea emprendida treinta y un años antes, y dirige su esfuerzo en otras direcciones.


Cántico es un fruto lentamente madurado y ya en plenitud; plenitud conseguida del modo más natural. Esto no es una figura retórica sino exacto reflejo de la realidad. Los poemas surgieron obedeciendo a un impulso irresistible, a la necesidad de cantar el mundo en todos sus momentos, aspectos y dimensiones. El júbilo de ser y el júbilo de existir provocan el «cántico» del poeta, cristalizando en poesías que responden a múltiples incitaciones.

Diez mil versos para registrar las sensaciones de un hombre sin cesar deslumbrado por la maravilla de ser e incitado a proclamarla líricamente. Cántico aumentó, según señaló Casaduero al aparecer la tercera edición, como un árbol que por el normal desarrollo de su tronco y sus ramas va creciendo y ensanchándose hasta alcanzar su debido tamaño. Los nuevos poemas vienen a colmar los huecos existentes en el organismo previsto. Prodigio de equilibrio y de madurez, no importa demasiado, ahora que lo vemos completo y perfecto, discriminar cuáles fueron los primeros poemas y cuáles los últimos. La tarea sería curiosa y a propósito para poner en claro la evolución de Guillén, su tendencia a pasar de lo esencial a lo existencial, pero realmente en los versos de 1928 estaban anunciados los de 1950 y en el hombre de hoy sigue operante y actual el alma de ayer.

El volumen, compuesto a lo largo de seis lustros -1919-1950 son las fechas destacadas por el poeta- tiene sorprendente unidad. Por encima de los posibles cambios de acento y de tendencia, esa unidad de tono y de espíritu demuestra la firmeza de la posición vital y estética del poeta.

Eugenio Frutos, en un estudio reciente calificaba certeramente de «existencialismo jubiloso» la actitud guilleniana. Sí: las experiencias contenidas en sus poemas corresponden a vivencias propias, y precisamente surgen a través de la imagen justa, de la imagen útil para colmar la necesidad expresiva. Esas vivencias, como Frutos ha visto, funden lo que es con lo que existe: ser es existir y existir es ser, dinámicamente, activamente.

Los críticos de esta poesía destacan la significación que en ella tiene la palabra «ser». Moreno Villa lo señala y también la importancia del júbilo; Dámaso Alonso advierte: «no se puede comprender la poesía de Jorge Guillén sin darse cuenta de que su tema central, el que una y otra vez vuelve explícitamente a su verso, pero que de modo constante da unidad y sentido a toda la obra, es el tema del ser; el libro podría llamarse Cántico o "gozo del ser". De aquí que el tema sea a la par lo que da a la poesía de Guillén su entusiasmo, su sereno frenesí»; Jorge Guillén, dice Casalduero, «está cantando el ser. Ser y asombro de ser»; «quiere ser entre las cosas, viendo sus masas, su belleza o su imperfección», escribe Blecua, y precisa que este «ser» se deleita en la perfección del instante.

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