30 de abril de 2017

El alumno agradecido

Este oficio de profesor ofrece satisfacciones con demasiada poca frecuencia. Es un hecho innegable que en la Educación Secundaria se concentra todo el fracaso educativo de nuestro país, pues en la Primaria solo se puede repetir una vez y el alumno que llega a la Superior puede considerarse que pertenece a la élite intelectual, ciertamente cada vez menos selecta por motivos que aquí no vienen al caso.

Por eso hoy quiero despertar en vosotros, queridos alumnos, el aletargado sentimiento de gratitud hacia maestros que quizá hayáis olvidado y hacia profesores que desempeñan su labor diaria con tesón y honestidad, haciendo más de lo que deben, tratando de que esos valores tan infrecuentes calen en vosotros y os ayuden a convertiros en personas de provecho. Y quiero también animaros a vosotros, queridos compañeros, con esta emocionante carta de agradecimiento. Os propongo que averigüéis la identidad del remitente:


Querido señor Germain:

He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, nada de esto hubiese sucedido. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Lo abrazo con todo mi corazón.


Antonio Molina Burgos

Profesor de Matemáticas