4 de mayo de 2015

El triunfo de la vida (X)


Un día se reunieron los padres y hermanos y decidieron salir todos juntos de paseo y dejar a Casandra a cargo de la casa. Casandra lo aceptaba todo.

Cuando se fueron, Casandra se quedó muy sola y pensativa. Pensaba en aquel sobre tan hermoso que Salim tiró por la ventana. Qué coincidencia que aquel sobre fuera igual que el que su madre le enseñó antes del cumpleaños de su amiga.

Más tarde regresaron sus cuñados, alegres y sonrientes, y vieron a Casandra triste, despeinada, mal vestida; sin embargo, su carita de niña y su belleza nadie podía quitárselas. Las cuñadas le encargaron preparar la merienda y ella marchó sola a la cocina. Desde allí escuchaba las risas de sus cuñadas, y se acordaba de que Salim estaba de viaje, pero no se le caía la venda de los ojos para darse cuenta de la vida que llevaba.

Después sirvió la merienda y se quedó muy sola en una esquina del salón.  A todos les daba igual lo que ella hiciera, porque siempre estaba sola, menos a su suegro. Era el único que se daba cuenta de todo, pero callaba y dejaba que la vida siguiera su curso.

Dos días después, Salim regresó a casa y lo primero que hizo fue saludar a sus hermanos y hermanas. Casandra fue a darle un abrazo, pero él le entregó la maleta y le dijo que la ordenara. Mientras la ordenaba, Casandra encontró un sobre lleno de fotos. Lo abrió y pudo observar fotos de Salim con su amiga abrazados. Entonces se dio cuenta de que su marido la engañaba, y que a ella no le quedaba otra cosa que hacer sino llorar.


(Continuará)


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Asmae Bouzarioh Lahbib

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