A principios del segundo trimestre incorporaron a la clase de 1º D ESO del IES Rusadir a un niño llamado Anas. Tenía los ojos verdes, el pelo castaño, era alto, delgado y siempre vestía con camisa de cuadros o rayas y pantalón vaquero.
Aquel niño sacaba buenas notas, era educado, nunca le oímos decir palabras malsonantes ni se peleaba con nadie. No tenía amigos, nunca bajaba al recreo (excepto una vez), tampoco participaba en los partidos de fútbol. Cuando íbamos de excursión, él nunca iba. Si los profesores llamaban a su casa, nadie contestaba al teléfono. Todos pensábamos que era raro, y por eso le llamábamos "el rarito".
Cuando hubo que recoger las notas, nadie vino a recogerlas. Al volver de las vacaciones, el profesor le preguntó varias veces:
- ¿Vendrá alguien a recoger las notas? - Él se quedaba callado y no respondía. Pasada una semana, el profesor se dio cuenta de que nadie vendría a recoger las notas.
Cada vez que pasaba por los pasillos del instituto, los niños le decían: "el rarito, el cabezón, viene a darnos la lección", pero él no se quejaba ni se lo decía a los profesores, porque podían darle una paliza. En clase le lanzaban papeles con insultos, dibujos amenazantes, se acordaban hasta de su abuelo... Aún así, Anas los ignoraba. A todos nos parecía extraño que no se defendiera, porque padecía mucho, pero él solo hablaba cuando se le preguntaba.
Un día el profesor le dijo que quería hablar con sus padres. Al día siguiente vino al Rusadir una monja. El profesor se quedó extrañado, pero le preguntó:
- ¿Por qué los padres de Anas no responden al teléfono ni vienen a recoger las notas de su hijo?
- Es una larga historia; por eso Anas es como es-, respondió la monja.
- Por favor, ¿me puede decir lo que le pasa? Los profesores deberíamos saber el motivo de su comportamiento.
- Su comportamiento se debe a que sus padres y su hermano murieron en un accidente de tráfico, y como su familia no puede mantenerlo, nosotras lo acogimos. Desde que ocurrió el accidente, se comporta de esa forma. Se pasa la mayor parte del tiempo en la biblioteca; está muy centrado en sus estudios porque su mayor deseo es llegar a ser policía.
- Vaya, no me lo imaginaba...
- ¿Y en cuanto a sus notas? -, preguntó la monja.
- Ese es el principal motivo por el que quería hablar con sus padres. Todas las asignaturas están aprobadas, la mayoría con sobresaliente. Me alegro mucho por él.
- Gracias. Por cierto, me gustaría que hablara a sus alumnos para que dejen de molestarle.
- ¿Por qué dice eso? ¿Le ha dicho Anas algo?
- No, pero sé que lo tratan mal, porque a veces le oigo llorar cuando llega de clase, y también veo dibujos suyos en los que sale un niño llorando con una flecha que pone "Anas" y otros niños insultándole.
- No sabía nada. Le prometo que hablaré con los alumnos, -respondió preocupado el profesor.
Aquel profesor se lo comentó al resto de profesores que daban clase a Anas. Un día que Anas faltó a clase, el profesor aprovechó para explicarles al resto de los alumnos la situación del compañero. Les contó lo que había hablado con la monja, y les pidió que trataran bien a Anas, o al menos no lo molestaran. Entonces, uno de los alumnos del grupo, llamado Bilel, dijo:
- ¿Y por qué no intentamos ser sus amigos? A lo mejor, así consigue olvidar lo que ocurrió en el accidente.
Todos los alumnos aceptaron y empezaron a invitarle a jugar en los partidos del recreo, quedaron alguna tarde para estudiar, e incluso quedaron para ir al Burguer King. De esta forma, Anas empezó a cambiar y a comportarse como un niño normal. Incluso dejó de traer camisas a clase y empezó a ponerse camisetas, sudaderas...
Los profesores quedaron asombrados con este cambio, igual que sus compañeros de clase. Y todas las chicas morían por él, porque ¡quién iba a dejar escapar a semejante pareja! (A la mayoría de las chicas le gustaban sus ojos verdes).
Al final, el equipo de 1º D, en el que jugaba Anas, ganó la liga del recreo. No había mejor equipo que el de 1º D.
Esto demuestra que con empeño y ayuda todo se logra. Gracias a la ayuda de sus compañeros, Anas dejó de ser "el niño misterioso". Y que los alumnos y alumnas del Rusadir no somos tan malos como dicen. ¡¡Los alumnos del IES Rusadir sí somos buenos!! (Aunque hay personas que no son tan buenas, pero, en fin, piensa en positivo).
Samra Mezian
1º D ESO