No tengo más oficio que estar solo,
mirando la techumbre de las nubes.
A veces, en el cielo veo pájaros,
y alguna vez un rayo que me alumbra.
Puede que pase un viento.
Pero nunca se ve.
Y lo cruel es que nunca tu mirada
te defienda de aquello que te azota.
Miguel Fernández:
Secreto, secretísimo (1990)