Érase una vez una familia pobre, que vivía en lo alto del paisaje, en una casa muy pequeña con forma de chabola. En esa casa vivían el padre: Carlos; la madre: María, y los tres hijos: Ana, David y Aurora. Aurora era una niña muy inteligente, y le encantaba divertirse. Tan sólo tenía trece años.
Ni Aurora ni sus hermanos iban al colegio porque sus padres no les podían pagar los libros. Carlos trabajaba sembrando semillas y ganaba poco dinero, sólo para mantener a su familia.
David era un niño que nunca se cansaba de la tierra y Ana era la hermana más pequeña, que tenía once años. A Ana le encantaba tejer junto a su madre.
Aurora siempre decía que quería ser una princesa como en los dibujos animados.
Aurora siempre le decía a su padre: - ¿Por qué no puedo ir al colegio como los otros niños? - El padre le respondía: - No puedes ir, hija, porque no te puedo comprar los libros para estudiar.
Carlos tenía un enemigo que le hacía la vida imposible. Pasaron años y años, y un día del mes de mayo su enemigo cogió doce botellas de gasolina y se fue hacia la casa de Carlos.
Un príncipe estaba rondando por ese paisaje y vio al enemigo echándole gasolina a la casa. - ¿Qué haces? - le preguntó el príncipe. El enemigo no le respondió y salió corriendo. El príncipe lo persiguió con el caballo. Cuando lo agarró, el enemigo apuñaló al príncipe.
Aurora escuchó un ruido y se levantó. Oía que alguien decía: - ¡Socorro, socorro! - Arriesgando su vida, rescató al príncipe. El príncipe se quedó en casa durante un mes. Cuando se recuperó, Aurora y el príncipe se casaron y fueron felices por toda la eternidad.
Laila Benhadduo
(2º F ESO)