29 de septiembre de 2014

La escuela del mundo al revés

En la época victoriana, no se podían mencionar los pantalones en presencia de una señorita.

Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública: el capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado; el imperialismo se llama globalización; las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos; el oportunismo se llama pragmatismo; la traición se llama realismo; los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos; la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar; el derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral; el lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres, entre los derechos de las minorías, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría; en lugar de dictadura militar, se dice proceso; las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas; cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, sino cleptómanos; el saqueo de los fondos públicos por los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito; se llaman accidentes los crímenes que cometen los automovilistas; para decir ciegos, se dice no videntes; un negro es un hombre de color; donde dice larga y penosa enfermedad, debe leerse cáncer o sida; repentina dolencia significa infarto; nunca se dice muerto, sino desaparición física; tampoco son muertos los seres humanos aniquilados en las operaciones militares: los muertos en batalla son bajas, y los civiles que se la ligan sin comerla ni beberla, son daños colaterales; en 1995, cuando las explosiones nucleares de Francia en el Pacífico sur, el embajador francés en Nueva Zelanda declaró: «No me gusta esa palabra bomba. No son bombas. Son artefactos que explotan». Se llaman Convivir algunas de las bandas que asesinan gente en Colombia, a la sombra de la protección militar; Dignidad era el nombre de unos de los campos de concentración de la dictadura chilena y Libertad la mayor cárcel de la dictadura uruguaya; se llama Paz y Justicia el grupo paramilitar que, en 1997, acribilló por la espalda a cuarenta y cinco campesinos, casi todos mujeres y niños, mientras rezaban en una iglesia del pueblo de Acteal, en Chiapas.

Eduardo Galeano: Patas arriba. La escuela del mundo al revés (1998)


Eduardo Galeano nació en Montevideo, Uruguay, en 1940. En su ciudad natal fue jefe de redacción del semanario Marcha y director del diario Época. En Buenos Aires, Argentina, fundó y dirigió la revista Crisis. Desde 1973 estuvo exiliado en Argentina y España. A principios de 1985, regresó al Uruguay, y desde entonces reside en Montevideo. Es autor de varios libros, traducidos a más de veinte lenguas, y de una profusa obra periodística. 

Ha recibido el premio Casa de las Américas, en 1975 y 1978, y el premio Aloa, de los editores daneses, en 1993. La trilogía Memoria del fuego fue premiada por el Ministerio de Cultura de Uruguay y recibió el American Book Award Washington University, USA, en 1989.

Sus trabajos trascienden los géneros ortodoxos y combinan documental, ficción, periodismo, análisis político e historia.