Las hijas de Bernarda Alba, Martirio, Angustias y Adela están todavía guardando luto por la muerte de su padre, fallecido hace dos meses. Su madre no les deja poner otra ropa que no sea negra porque quiere que las hijas guarden luto. No les deja salir, solo si van al instituto.
Martirio, la mayor, tiene dieciseis años, Angustias quince, y Adela, la pequeña, tiene catorce años. Como no salen nunca, las tres se enamoran de su vecino Pepe el romano y acaban discutiendo.
MARTIRIO: Yo soy la mayor y la más madura de las tres. Tiene que ser mi novio.
ANGUSTIAS: Yo soy la mediana y la más divertida de las tres, por eso debe ser mi novio.
ADELA: Yo soy la más joven de las tres y por supuesto la más guapa. Por eso Pepe el romano quiere ser mi novio. Si vosotras sois las más feas de la casa. ¡Si hasta la Poncia es más guapa que vosotras dos juntas! Pero no más guapa que yo, claro.
PONCIA: ¡Dejad ya de discutir! ¡Sois hermanas!
ADELA: (enfadada) Poncia, perdona.
BERNARDA: Ninguna de mis hijas se casará con el vecino Pepe el romano. Ni tú, Martirio, ni tú, Angustias, y menos tú, Adela, mi pequeño angelito. Por los menos tened un poco de vergüenza. Estáis de luto y estáis pensando en chicos.
MARTIRIO: En chicos no; en el vecino de enfrente.
ANGUSTIAS: En el vecino...
ADELA: ¡Si no pensáis en chicos, tampoco en Pepe el romano! Madre, yo le quiero. Si no puedo estar con él, haré alguna locura.
PEPE EL ROMANO: Estas tres mujeres están por mis huesos... ¿Con cuál me quedo? ¿Con Martirio, la más madura, o con Angustias, la más divertida? Pero las dos son feas. ¿Me quedo con la más joven, que es más guapa? Eso, mejor me quedo con Adela.
BERNARDA: Pepe el romsno, no te casarás ni serás novio de ninguna de mis hijas, pero te doy la mano de mi criada, que es la más guapa de la casa después de Adela, y la más fiel que conozco.
PEPE EL ROMANO: Pero tú me tienes que comprar una casa para que vivamos la Poncia y yo. (Besa a la Poncia)
ADELA: (deja una carta) ¡Adiós, Pepe el romano! Adiós, hermanas. Madre: si no puedo tener a Pepe el romano me voy. ¡Adiós! (Se suicida)
MARTIRIO: (llorando) ¡Adiós!
ANGUSTIAS: (llorando) ¡Adiós!
Al cabo de tres años, Poncia seguía viviendo con Pepe el romano, habían tenido una hija llamada Adela, eran felices y comían perdices.
Bader Domínguez (2º C ESO)