17 de marzo de 2012

El "Lanzarillo" de Tormes

Érase una vez un niño que era humilde y pobre; se ganaba la vida como podía. Tenía varios amos, todos insufriblemente inaguantables, excepto uno de ellos que era ciego. El niño le hacía jugarretas con la comida, bueno, se aprovechaba cuanto podía para cogerle comida. Era un buen chaval, aunque un poco nervioso.

Al emperador o amo le caía muy bien. Le caía tan bien, que algunas veces le decía que se sentara a comer con él.

Pasaron diez años, y por una noticia el joven averiguó que sus padres no habían muerto, sino que lo habían abandonado. Pasaron tres años más, y el emperador le propuso al joven que fuera su hijo, que lo iba a adoptar. Tras diez minutos pensando, el joven le dijo al emperador que sí, que sería su hijo.

Cuando murió su padrastro, el joven -ya no tan joven- había cumplido los cuarenta y dos años. Era un buen hombre, muy noble. Se casó con una hermosa condesa y tuvieron dios maravillosos hijos: una niña que se llamaba Natalia y un niño que se llamaba José.

Cuando creció, con treinta y siete años, Natalia era la reina de casi toda Europa. Era muy lista y hacía un buen trabajo. José era conde de América oceánica y del norte de África. Era muy famoso; era conocido en los cinco continentes. Pero aunque tuviera tanta fama, su inteligencia era casi nula.

Bueno, mirando lo positivo y dejando lo negativo, Natalia se casó con un hombre maravilloso y José con una joven bella y espectacular, y aunque suene raro, los dos invitaron a su boda solamente a los pobres, en honor a su padre.

Bubkar Mohamed Hamed (2º C ESO)