14 de septiembre de 2011

Estilo indirecto libre

El estilo indirecto libre (o discurso indirecto libre) es un estilo narrativo en el que se insertan en la voz del narrador enunciados propios de un personaje, que se reconocen mediante marcas que descartan la vinculación de ese registro del lenguaje o punto de vista con el narrador. En el enunciado del narrador aparecen interferencias del discurso propio de los personajes.

En ocasiones la presencia del estilo indirecto libre puede ser reconocida por la variación de los tiempos verbales, pero sus rasgos caracterizadores son la presencia de rasgos lingüísticos en el discurso del narrador que solo pueden ser propios de un determinado personaje y la constatación de que el mensaje contiene pensamientos, creencias, inquietudes o sentimientos que solo pueden ser atribuidos a ese personaje.

En el siguiente fragmento, se aprecia el estilo indirecto libre en las oraciones subrayadas. Nótese la variación en los tiempos verbales, pero sobre todo la presencia en el discurso enunciador de sentimientos y deseos propios solamente del personaje: en el discurso del narrador se funde el del personaje.

Quería ir a Marte en el cohete. Bajó a la pista en las primeras horas de la mañana y a través de los alambres les dijo a gritos a los hombres uniformados que quería ir a Marte. Les dijo que pagaba impuestos, que se llamaba Pritchard y que tenía el derecho de ir a Marte. ¿No había nacido allí mismo en Ohio? ¿No era un buen ciudadano? Entonces, ¿por qué no podía ir a Marte? Los amenazó con los puños y les dijo que quería irse de la Tierra; todas las gentes con sentido común querían irse de la Tierra. Antes que pasaran dos años iba a estallar una gran guerra atómica, y él no quería estar en la Tierra en ese entonces. Él y otros miles como él, todos los que tuvieran un poco de sentido común, se irían a Marte. Ya lo iban a ver. Escaparían de las guerras, la censura, el estatismo, el servicio militar, el control gubernamental de esto o aquello, del arte y de la ciencia. ¡Que se quedaran otros! Les ofrecía la mano derecha, el corazón, la cabeza, por la oportunidad de ir a Marte. ¿Qué había que hacer, qué había que firmar, a quién había que conocer para embarcar en un cohete?

Ray Bradbury: Crónicas marcianas