¿Cómo transcurre, pues, la vida? Día tras día nos esforzamos valerosamente por representar nuestro papel en esta comedia fantasma. Como primates que somos lo esencial de nuestra actividad consiste en mantener y cuidar nuestro territorio de manera que éste nos proteja y halague, en subir o no bajar en la escala jerárquica de la tribu y en fornicar en cuantas formas podamos -aunque no fuere más que en fantasía- tanto por el placer como por la descendencia prometida. Para ello empleamos una parte nada desdeñables de nuestra energía en intimidar y seducir, pues ambas estrategias bastan para asegurar la conquista territorial, jerárquica y sexual que anima nuestro conatus. Pero nada de todo ello lo percibe nuestra conciencia. Hablamos de amor, del bien y del mal, de filosofía y de civilización y nos aferramos a esos iconos respetables como la garrapata a su perrazo caliente.
Muriel Barbery: La elegancia del erizo.