Alicia nunca pudo explicarse, pensándolo luego, cómo fue que empezó aquella carrera; todo lo que recordaba era que corrían cogidas de la mano y de que la Reina corría tan velozmente que eso era lo único que podía hacer Alicia para no separarse de ella; y aún así la Reina no hacía más que jalearla gritándole: «¡Más rápido, más rápido!» Y aunque Alicia sentía que simplemente no podia correr más velozmente, le faltaba el aliento para decírselo.
Lo más curioso de todo es que los árboles y otros objetos que estaban alrededor de ellas nunca variaban de lugar: por más rápido que corrieran nunca lograban pasar un solo objeto.
«--¿Será que todas las cosas se mueven con nosotras?» --se preguntó la desconcertada Alicia.
Y la Reina pareció leerle el pensamiento, pues le gritó: --¡Más rápido! ¡No trates de hablar!
Y no es que Alicia estuviese como para intentarlo, sentía como si no fuera a poder hablar nunca más en toda su vida, tan sin aliento se sentía. Y aún así la Reina continuaba jaleándola:
--¡Más! ¡Más rápido! --y la arrastraba en volandas.
--¿Estamos llegando ya? --se las arregló al fin Alicia para preguntar.
--¿Llegando ya? --repitió la Reina--. ¡Pero si ya lo hemos dejado atrás hace más de diez minutos! ¡Más rapido! --y continuaron corriendo durante algún rato más, en silencio y a tal velocidad que el aire le silbaba a Alicia en los oídos y parecía querer arrancarle todos los pelos de la cabeza, o así al menos le pareció a Alicia.
--¡Ahora, ahora! --gritó la Reina--. ¡Más rápido, más rápido!
Grabado de John Tenniel para el libro original
Y fueron tan rápido que al final parecía como si estuviesen deslizándose por los aires, sin apenas tocar el suelo con los pies; hasta que de pronto, cuando Alicia ya creía que no iba a poder más, pararon y se encontró sentada en el suelo, mareada y casi sin poder respirar.
La Reina la apoyó contra el tronco de un árbol y le dijo amablemente:
--Ahora puedes descansar un poco.
Alicia miró alrededor suyo con gran sorpresa.
--Pero ¿cómo? ¡Si parece que hemos estado bajo este árbol todo el tiempo! ¡Todo está igual que antes!
--¡Pues claro que sí! --convino la Reina--. Y ¿cómo si no?
--Bueno, lo que es en mi país --aclaró Alicia, jadeando aún bastante-- cuando se corre tan rápido como lo hemos estado haciendo y durante algún tiempo, se suele llegar a alguna otra parte...
--¡Un país bastante lento! --replicó la Reina--. Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido.
Lewis Carroll: A través del espejo y lo que Alicia encontró allí (1871)