3 de mayo de 2012

Recreación de la humanidad real (IV)

es una palabra muy bonita, pero los humanos la estropean...


En el instituto.

Al salir al recreo te empujan por las escaleras, te insultan, te molestan... Al entrar en la cafetería, la gente te mira, y no tienes por dónde pasar porque siempre está llena. La gente suele comprar más bocadillos que chuches porque no les da tiempo de desayunar en casa.

Cuando salen del instituto la gente corre haciendo el loco y muchas veces ocurren peleas y la gente se anima. Hay personas que por las tardes estudian en alguna academia, o van a PROA o van a la biblioteca por las tardes...

En mi tiempo libre suelo hacer muchas cosas con mis amigas. Salimos a la calle y nos ponemos a oir música y esperamos que ocurra algo interesante. Lo interesante en mi barrio es que en el callejón siempre hay alguna pareja, y mis amigas y yo nos ponemos a fosconear cómo se besan, etc.

En casa de una de mis amigas, que se llama Fauzia, siempre hay sesión de peluquería: hacerse la plancha y esas cosas.

Por la noche, los chicos de mi barrio suelen ir a jugar al fútbol, mientras las chicas nos sentamos en unas escaleritas y esperamos a que acaben para vacilarnos de ellos.

Los fines de semana la gente de mi barrio se van a Marruecos y suele venir el domingo por la noche. Pero lo bueno es que se van nuestros padres y los chicos y las chicas nos quedamos, así que el fin de semana siempre salimos de fiesta. Bueno, casi siempre. Vamos al paseo, nos compramos algo de picar, empezamos a hablar y a molestar a la gente, hacemos tonterías... En fin, hacemos cosas que no debemos pero es lo que tiene el aburrimiento.

Lo que ya nos fastidia es que se acaba el fin de semana y llega el lunes, y eso significa clase. Es lo que más odiamos, porque no son clases de verdad. No soy la única que lo dice; la mayoría de la gente del Rusadir lo dice. En una clase debe haber silencio, atención... Y no somos sólo nosotros, los alumnos, sino que también hay profesores que no saben lo que dicen, que hablan sin pensar. Nos dicen que vengamos limpios y bien arreglados cuando hay profesores que vienen con un olor insoportable. En fin, son cosas que una no debe decir.

Lo más bonito es que la gente trabaja en equipo, y se defienden unos a otros afrontando las consecuencias que vengan después. En el Rusadir la gente no es muy confiada, no se creen lo que les cuentan, o sea, es un instituto de locos. No lo digo con malos sentimientos, pero es la verdad. Hay personas en el instituto que temen decirlo porque tienen miedo al castigo.

En fin, no puedo decir más porque ya lo dirán mis compañeros, y seguro que lo harán mejor que yo.

Liliam Charrik (2º E ESO)